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Revista LifePlay Nº 5 – Mayo 2016 – ISSN: 2340-5570
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Esta reducción del mundo a las condiciones y formatos del tren,
sobre la base regia de la horizontalidad, nos parece casi idéntica a
la parábola ideológica que articula de
Snowpiercer
de Bong Joon-
ho (2013). Allí, el director surcoreano, también aprovechaba las
secciones del tren para dibujar un diorama distópico, aventurando
así una reinvención ferroviaria del Metrópolis de Lang. Si cada
coche de la locomotora obedece a una etapa y cada etapa a un es-
tamento, la escalada de la revolución no podía sino organizarse
como travelling político, como progresión unívoca del
scroll
lateral.
Evidentemente, habría que recordar el carácter fatalista y trágico
que han cargado las líneas del ferrocarril a lo largo de la historia
del cine. Es en esta estela, que
Snowpiercer
nos hablaba de un
viaje dialéctico sobre el viaje imparable del mecanismo. Tampoco
es casualidad que en ambos films la metonimia del mundo se esce-
nifique mediante el estilema de una procesión. Y decimos "proce-
sión" so pretexto de subrayar el ángulo antropológico del término.
Las procesiones religiosas son, también, una teatralización de los
sectores sociales y el estatus simbólico de los ciudadanos que las
integran. En este sentido, si la acepción más antigua de la palabra
"teoría" nos remonta etimológicamente hasta las procesiones ate-
nienses de las Panateneas (las teorías eran los cortejos, las recuas
de ciudadanos que desfilaban en honor a Atenea, protectora de la
ciudad), cabe decir que las procesiones son, entonces, teorías de la
polis, con sus clivajes y estatutos internos. Ello confirma el hecho
de que el tren procesional nos habla, desde sus mismos étimos, de
una teoría global. Y sin embargo dicho epítome del mundo descan-
sa, como veíamos, en la infraestructura de un mecanismo de fic-
ción, resultado de asimilar las tramoyas ilusionistas del cine al
diseño del propio tren.
En la escena de
Possesed
, Marian, la protagonista, asiste a las imá-
genes en tránsito sin moverse, desde una posición, literalmente,
estacionaria. Cuando el tren detiene su marcha, un hombre apoya-
do en un balcón exterior se dirige directamente a la observadora:
"–¿Mirando los interiores? [...] Dirección equivocada. Mejor, mé-
tase dentro y mire hacia fuera." Marian, confundida, comprueba
que no hay un acceso a la vista: "–¿Entrar por dónde?" El hombre