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Revista LifePlay Nº 5 – Mayo 2016 – ISSN: 2340-5570
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(Team Silent, 2001) profundiza más aún en la psicología del
terror y se diferencia de una saga, Resident Evil, cuya cuarta
entrega,
Resident Evil 4
(Capcom, 2005) divide todavía a los
jugadores. La reformulación genérica de
Resident Evil 4
llena de
oxígeno un género consolidado, pero también anclado, y permite
una serie de variaciones en torno al mismo que todavía continúan
hoy en día.
Condemned
(Monolith Productions, 2005) se presenta
como una de las primeras variaciones precursoras del necesario e
interesante relevo generacional.
Precisamente ese necesario cambio dentro de los cánones del
género ocupan el séptimo fragmento del libro,
El relevo
generacional
. Se adentra el autor aquí en uno de los campos más
cenagosos, interesantes y virulentos de las conversaciones
alrededor del género de los últimos años en foros, mesas redondas
y publicaciones especializadas: ¿qué queda de
survival horror
en
la actualidad? Aunque la prescripción no es, como queda claro
desde los primeros compases, el objetivo del libro, la pregunta
asalta continuamente al lector (y al autor) al reflexionar en torno a
títulos como
Amnesia
o la nueva revisión del género por parte de
uno de los padres del género, Shinji Mikami, en
The Evil Within
(Tango Gameworks, 2014).
El último apartado del libro,
Occidente y Japón: dos escuelas
“enfrentadas”
, se aleja de la línea discursiva de las seis secciones
centrales para reflexionar sobre la dicotomía que nos ha dejado
entrever a lo largo de todo el texto. Al enfrentamiento entre
Estados Unidos y Japón, Carlos Ramírez añade la visión Europea
(no olvidemos que
Alone in the Dark
surge desde Francia). Desde
la influencia de
Doom
(id Software, 1993) y la prevalencia del PC
como sistema de juego en EEUU, a la relación amor/odio entre
Japón y los EEUU tras la Segunda Guerra Mundial. Ramírez
excava de nuevo en la cultura popular y en la historia para asentar
lo expuesto en las páginas anteriores. Se acerca también en esta
ocasión a cierto enciclopedismo aparente que no es más que una
herramienta más para ayudar al lector a la hora de comprender las
diferencias entre las regiones. Así títulos como
Lone Survivor
(Smith, 2012),
Call of Cthulhu: Dark Corners of the Earth
(Headfirst Productions, 2005) o
WhiteDay
(Sonnori Co., 2001)
tienen su momento.
Para cerrar la reflexión Ramírez vuelve al inicio del libro y retoma
el discurso sobre las principales influencias aparentes dentro del
género. La obra de autores como Lovecraft, Stephen King o David
Lynch se adelantan a la influencia de la cultura japonesa y su visión
del terror. El cine, gran medio de masas por excelencia, aporta su