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Revista LifePlay Nº 5 – Mayo 2016 – ISSN: 2340-5570
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nexión y flexión. Y este orden, con algunas variaciones, tiene su
correspondencia de algún modo en todas las lenguas. Y esto me
dio la esperanza de escapar de la dificultad. Pues aunque los ca-
racteres sean arbitrarios, su empleo y conexión tienen sin embar-
go algo que no es arbitrario, a saber, cierta proporción entre los
caracteres y las cosas y en las relaciones entre los diversos carac-
teres que expresan las mismas cosas. Y esta proporción o relación
es el fundamento de la verdad. […] En efecto, la base de la verdad
siempre se halla en la conexión misma y en la disposición de los
caracteres. (Leibniz, 2011b: 11-12)
Todo el proyecto de Leibniz sobre lo que llamará más adelante la
Característica Universal
o
Escritura Universal
se condensa en
esta declaración de una búsqueda del fundamento más simple
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de
la verdad de la relación entre los caracteres y las cosas. Así, casi el
mismo año de 1677-1678 en
El método verdadero,
volverá sobre el
problema de “si pudiesen encontrar caracteres o signos aptos para
expresar cómo la aritmética expresa los números, o cómo el análi-
sis geométrico expresa las líneas” (Leibniz, 2011c: 21-22), pero esta
vez sumando un elemento teleológico con el que comienza el texto:
Puesto que la felicidad consiste en la alegría, y la alegría duradera
depende de la seguridad que tengamos ante el porvenir, fundada
en la ciencia que hemos de tener de la naturaleza de Dios y del
alma; de todo ello se sigue que la ciencia es necesaria para la feli-
cidad verdadera. (Leibniz, 2011c: 19)
Donde la búsqueda de la verdad será una búsqueda de la felicidad,
extrapolando las verdaderas consecuencias políticas de esta Escri-
tura Universal:
Todas las investigaciones que dependen del razonamiento se ha-
rían por medio de la transposición de dichos caracteres y median-
te una especie de cálculo. Lo cual facilitaría plenamente la inven-
ción de cosas bellas, puesto que no haría falta romperse la cabeza
tanto como hoy en día […] los caracteres que expresan todos
nuestros pensamientos compondrán una lengua nueva que podrá
ser escrita y pronunciada. Esta lengua será muy difícil de hacer,
pero muy fácil de aprender. Pronto la aceptará todo el mundo,
gracias a su gran utilidad y a su sorprendente facilidad, y servirá
de maravilla para la comunicación entre pueblos distintos. (…)
Además, esta lengua tendrá una propiedad maravillosa, consis-
tente en tapar la boca a los ignorantes, pues sólo se podrá decir o
escribir en dicha lengua aquello que se entienda (Leibniz, 2011c:
22-23)