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Revista LifePlay Nº 5 – Mayo 2016 – ISSN: 2340-5570
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miento que Dios hizo de todas las cosas y de su relación con el en-
tendimiento humano:
Todo lo ordenó Dios así desde el principio. Yo pienso que las
mentes individuales están destinadas a la alegría y a una felicidad
insigne como en el caso de un número grande de infinitas cifras,
las cuales proporcionan insignes teoremas. Sería una gran cues-
tión ver si a partir del conjunto de todos los números finitos se
puede definir alguno, más bello que todos los demás, exceptuada
quizás la unidad, que contenga a la vez todas las potencias. (Leib-
niz, 2011j: 81)
Esta felicidad a la cual conduce el conocimiento del orden divino
(universal), para 1678 en
De la justicia,
será relacionada con una
definición del concepto de
justicia
como
la caridad del sabio
, don-
de
la sabiduría es la ciencia de la felicidad
y
la felicidad
es
la ale-
gría duradera.
Y que ligará nuevamente en 1685-1687 en
Carta a
Ernesto Augusto duque de Hannover:
[…] la justicia es la caridad del sabio, o una caridad conforme a la
sabiduría. La caridad no es otra cosa que la benevolencia general;
la felicidad es el estado de alegría duradera; la alegría es un sen-
timiento de perfección; la perfección es el grado de realidad.
(Leibniz 2011h: 62)
Relaciones que en 1694-1698 aparecerán de nuevo:
La felicidad es un estado duradero de placer […] La sabiduría es la
ciencia de la felicidad: es lo que debe estudiarse por encima de
todas las cosas. […] El placer es un conocimiento o sentimiento
ante la perfección […] Amar es encontrar placer en la perfección
de otro. […] La justicia es caridad o hábito de amar según la sabi-
duría. Así cuando uno se porta justamente, trata de lograr el bien
de todos en la medida de lo razonablemente posible […] (693).
Es decir, la búsqueda de la
felicidad
ligada a la contemplación de la
verdadera
sabiduría
en Leibniz, no sólo es
alegría permanente
de
las almas sino además modelo de
justicia
para los hombres que
acepten este nuevo método. Lectura que incluso pude arrojar luz
sobre la interpretación de la última tesis sobre el amor puro en la
monadología:
[…] bajo ese gobierno perfecto la buena acción no quedará sin re-
compensa ni la mala sin castigo, y todo debe culminar en el bien
de los buenos, es decir, de los que no están descontentos en ese
gran estado, que confían en la providencia después de hacer cum-
plido con su deber y que aman e imitan como es debido al autor
de todo bien, complaciéndose en la consideración de sus perfec-