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Revista LifePlay Nº 5 – Mayo 2016 – ISSN: 2340-5570
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Y posterior a 1704 en
Consideraciones sobre los principios de vida
:
Son como dos reinos, uno el de las causas eficientes, otro el de las
finales, donde cada uno por sí sólo basta en el pormenor para dar
razón de todo, como si el otro no existiera. Pero uno no basta sin
el otro en lo general de su origen, pues emanan de una fuente
donde la potencia, que hace las causas eficientes, y la sabiduría,
que regla las finales, se encuentran reunidas.
[Y agrega] […]
esto
es lo que yo llamo la armonía preestablecida, que descarta toda
noción de milagro de las acciones puramente naturales, y hace
que la marcha de las cosas esté reglada de una manera inteligi-
ble; mientras que el sistema común recurre a influencias absolu-
tamente inexplicables.
(Leibniz, 2011v: 500- 501)
Así, la oposición entre la potencia (eficiente) y la sabiduría (de los
finales) se presentan aquí reunidas en su
fuente
(su origen) de mo-
do que la potencia, si bien posibilita representar la infinita división
de un
no hay átomo
, se encuentra unida en su mismo origen con
la
sabiduría
que preestablece su fin. Pues sería una
potencia
comple-
tamente
positiva
en el sentido de que es sólo
eficiente
respecto a
los
finales de un cierto saber
(sabiduría). Haciendo de la misma
oposición una necesidad preestablecida entre la posibilidad (poten-
cia) y el fin (sabiduría), y que es presentado aquí como uno de los
términos más simples (perfectos) para el sistema. Pero a condición
de no ser sintetizados. Dirá en
Sobre los términos más simples
entre 1677-1716:
Si dos son a la vez incompatibles e indestructibles, entonces son
opuestos, por ejemplo, si de la proposición a no es se sigue b es y
también de la proposición a es se sigue b no es (y recíprocamente
también). Los incomponibles pueden ser más de dos, al igual que
los incondestructibles. Pero no puede haber más de dos que sean
a la vez incondestructibles e incomponibles, y por tanto no puede
haber más de dos opuestos entre sí. (Leibniz, 2011r: 311)
Lo que podríamos llamar una metafísica en Leibniz nos presenta
aquí una
analítica de la oposición simple
como paradigma funda-
mental de la realidad. Y que en términos de los dos grandes princi-
pios de la
Teodicea
es como si el principio de razón suficiente
preestablece el principio de no contradicción, dando posibilidad a
una aparente potencia, sino sólo como la suficiente potencia para el
cumplimiento del principio.
Formulándose así otra pregunta: ¿qué relación existe entre la bús-
queda de un lenguaje universal y esta analítica de una oposición
que pretende simultáneamente, exponer nominativamente su