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Revista LifePlay Nº 5 – Mayo 2016 – ISSN: 2340-5570
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raleza respecto a los medios tradicionales, como revelan los hallaz-
gos formales de la última escena
indie
, hasta el punto en que la
misma noción de arte ha sufrido un revés ontológico de una magni-
tud que probablemente no se experimentaba desde los albores del
Modernismo.
El videojuego plantea nuevos desafíos para el pensamiento estéti-
co, que parten de su propia esencia y trasladan su influencia a otros
modelos de creación y representación. Su ontología permite reto-
mar los viejos debates, como aquellos erigidos en torno a la propia
imagen en tanto que apariencia, al tiempo que nos ofrecen una
nueva vía de reflexión acerca de nuestra relación con la tecnología.
La experiencia de juego nos proporciona una nueva manera de
atender y entender la propia experiencia estética, que merece ser
repensada a la luz que arrojan las constantes innovaciones en este
ámbito. Fenómenos como la inmersión, tan característica de la
realidad virtual, aseguran una vivencia única y digna de ser anali-
zada. De otra parte, y aunque la relación del videojuego con la in-
dustria del entretenimiento siga ejerciendo como un lastre para
aquellos que buscan una ventana al Absoluto en sus indagaciones
estéticas, la propia relación de este medio con la cultura popular
supone un elemento de interés filosófico.
Asimismo, el videojuego abre la puerta a una nueva manera de
pensar la recepción de la obra. El público ya no atiende, pasivo, a la
experiencia que otro ha diseñado para él, sino que tiene que parti-
cipar de ella para poder acceder al objeto estético. Hablamos, por
lo tanto, del
homo ludens
, de la persona que juega en oposición a la
persona que produce. El propio concepto de juego es recurrente en
el pensamiento estético, tal y como demuestra la lectura de autores
como Schiller o Gadamer.
La relación del videojuego con la filosofía no se limita a la inclusión
de ideas propias del pensamiento en la narración, sino que deriva
en la constitución del juego como un lenguaje a partir del que es
posible construir la reflexión filosófica. No se trata de buscar remi-
niscencias o citas directas de los grandes pensadores en el guion
del juego, sino de hacer filosofía desde la programación hasta la
recepción como creación del mismo.
Enumeramos a continuación las distintas secciones que componen
este número. Con ellas confiamos en haber alcanzado el objetivo de
sondear la cuestión relacional de filosofía y videojuego en una sufi-
ciente diversidad de enfoques, sin olvidar en ningún momento que