Revista LifePlay Nº 1 – Agosto 2013 – ISSN en trámite
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En la pr imera par te (capítulo 1, págs. 1749), partiendo de
una perspectiva clásica de la transtextualidad genettiana pero
transcendiendo su marco, Gil nos propone una visión general de la
intermedialidad gracias a una tripleta de posibilidades:
intermedialidad interna o hibridación
, aquella producida en el
interior de la obra;
intermedialidad externa o adaptabilidad
,
supone la traducción intersemiótica de un medio a otro; y,
finalmente,
intermedialidad mixta
, donde dichos procesos se
registran entre medios y en el interior de una obra concreta.
Comenzando por las lógicas referencias a autores pertenecientes
a su ámbito de investigación, Antonio J. Gil construye un modelo
que pone a prueba en el capítulo 4 de su obra aplicado a la serie de
ciclos de
Bourne
y
XIII
. Los objetivos del modelo son básicamente
dos. Por un lado, clasificar y ordenar las múltiples prácticas
resguardadas bajo el amplio concepto de intermedialidad, por otro,
esbozar un metalenguaje elemental que permita generar
herramientas conceptuales y metodológicas en un territorio casi
inexplorado. Sin una terminología compartida cualquier esfuerzo a
nivel teórico se vuelve baldío.
El modelo propuesto por el profesor Gil puede desglosarse de
esta manera:
1. Desde el punto de vista del tratamiento del material diegético y
argumental, Gil distingue entre la ilustración literal (reproducir la
historia), la reescritura (transformar la obra) y la transficción
(expandir el universo).
2. Desde el grado de presuposición de la fuente, el hipotexto, o la
tradición textual respectiva, el autor señala la relación que media
entre la recreación o remake, la expansión o secuela y la
continuación o serialización.
3. Para Gil, el medio o la serie de origen y destino determina el
carácter intermedial o intramedial del proceso.
4. Finalmente, dentro de esta última posición, Gil escinde el
procedimiento entre sus condiciones crossmedia, transmedia o
multimedia.
En la segunda par te del libro (capítulos 2, 3 y 4, págs. 5168,
6996 y 97184, respectivamente) el autor rompe aparentemente
con su anterior hilo narrativo para sumergir al lector en las claves
de la cultura de masas, demostrando que ésta no es un invento
actual. Resulta evidente que sus características son visibles en