Revista LifePlay Nº 1 – Agosto 2013 – ISSN en trámite
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épocas anteriores. En nuestra opinión, la mayor diferencia
introducida por Gil entre ambas formulaciones (el pasado y el
presente de esa idea) viene definida por su epígrafe titulado
El no
lector y la no cultura
(pág. 57), donde un lector capacitado para
producir un determinado sentido del texto y listo para relacionarlo
con su propia experiencia vital, ha dado paso a un lector acrítico y
seducido por el mercado que no entiende la lógica de los discursos
que circulan entre sus infinitos vasos comunicantes y se muestra
incapaz de anclarlos a su experiencia personal.
Los tres conceptos claves introducidos por Gil en esta segunda
parte de su obra responden a los llamados ciclos interartístico,
intergenérico y adaptativo. Estos ciclos deben entenderse como tres
niveles de coincidencias, préstamos y trasvases en el repertorio
narrativo desde el punto de vista intermedial.
El ciclo interartístico es una herramienta que le permite
vislumbrar sin demasiado esfuerzo como los grandes
conglomerados de la tradición artística perviven con plena
operatividad en la actualidad. Quizás el ejemplo más evidente de
todos lo conforma el repertorio iniciado con la narrativa cristiana y
la Biblia, un auténtico
bestseller
que ha originado múltiples
variantes intermediales pero, ¿de modo paradójico?, escasamente
leído por ese no lector de la cultura de masas. A pesar de todo,
como nos recuerda Gil, es innegable la influencia de dicho ciclo
repertorial en el imaginario del hombre actual.
El ciclo intergenérico puede concebirse como un espacio de
relaciones transtextuales de carácter intermedial muy próximo a la
idea de género. Para acometer un acercamiento a esta noción, el
autor se centra en el análisis de un ciclo situado en la esfera de la
acción y la intriga política internacional, denominado, por él
mismo,
thriller
de operaciones especiales estadounidenses.
Además del análisis intermedial de este motivo genérico, la obra
muestra un interesante acercamiento a su faz nacional,
centrándose especialmente en el terrorismo de ETA y en sus
repercusiones intermediales en este universo genérico.
Finalmente, el ciclo adaptativo, al que Gil dedica el capítulo 4 de
su obra, sirve para ver en acción el modelo descrito en la primera
parte del libro. Así, el autor demuestra fehacientemente que la
adaptabilidad es la norma principal que regula el funcionamiento
del repertorio cultural en el terreno de las narrativas dominantes.
Partiendo de las series que reúnen los ciclos de
Bourne
y
XIII
, el
analista despliega un conocimiento enciclopédico que abarca todos
y cada uno de los elementos que componen dichos repertorios