Revista LifePlay Nº 1 – Agosto 2013 – ISSN en trámite
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capacidad de desmarcarse de la influencia de la escuela de Putnam,
tendencia teórica que, como señala Sierra, “tiende a abstraer y
omitir las relaciones estructurales de poder, en especial el contexto
político y económico” (pág. 33). La agenda crítica latinoamericana
cuenta por tanto con un ámbito concreto de experiencia en el
ejercicio diverso del empoderamiento social. Así, el caso específico
de Chile es examinado en el capítulo “La participación como
mediación en el desarrollo social y público: tensiones y
convergencias entre discurso y materialidad” de Carlos del Valle
Rojas; en él son examinadas las dimensiones discursiva (que opera
en el sentido cognitivosocial) y material (correspondiente al
ámbito de los modos de producción del Estadonación y el
mercado), en el contexto de una democracia de gestión, que ve sus
dispositivos tradicionales de participación sometidos a los
consensos entre Estado, ciudadanía y mercado, y que encuentra
una dramática distorsión de las identidades locales, así como un
fuerte centralismo económico, político y territorial, en la función
del modelo posneoliberal.
Lucía Benítez Eyzaguirre, en su capítulo titulado “La
dimensión transnacional de la ciudadanía digital” observa el
fenómeno de la hiperciudadanía, a la luz de los permanentes
procesos conectivos de la migración, como apropiación social del
capital tecnológico que da lugar a un nuevo capital social,
redefinido desde sus opciones de participación e intervención
política; paralelamente Fernando R. Contreras, en “La
colaboración de la esfera digital” aplica a las distintas formas de
comunicación mediada por ordenador (
SNS
,
CoPs
,
blogs
,
wikis
,
indymedias
) una relectura del modelo matemático de
comunicación de Shannon, desde la cual identifica la función
productiva con una “cocreación” tecnológicamente mediada, la
canalización como “uso simultáneo” de distintos canales digitales
para un mismo mensaje, y la recepción como consumo compartido,
en una fase que denomina de “segunda brecha digital”, en la que
“los usuarios avanzados desarrollan actividades de mayor
responsabilidad, y amplían más horizontes para decidir sobre
múltiples cuestiones bajo un control más ajustado” (pág. 121).
Francisco Bernete García, con su capítulo “Identidades y
mediadores de la ciudadanía digital”, clausura lo que podría
entenderse como una primera mitad del volumen dedicada a las
consideraciones más generales sobre las mediaciones digitales y su
influencia macroestructural y apropiaciones orientadas al
empoderamiento; lo hace evaluando el papel de estas mediaciones
en la circunstancia precisa de las primeras décadas del siglo XXI,
momento histórico cuyo carácter especialmente convulso evidencia