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Revista LifePlay Nº 5 – Mayo 2016 – ISSN: 2340-5570
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le da un sorbo a su copa de champán y responde "–Oh, por donde
sea. Simplemente suba. Hay dos tipos de persona, los que están
dentro y los que están fuera". Llamemos la atención sobre un deta-
lle importante. Este personaje que interpela a la protagonista no se
encuentra ubicado en el interior de los vagones, tras las ventanas
que ejercían de pantallas, ni tampoco completamente fuera, sino
en una barandilla anexa al vehículo. Es el primer personaje que, en
el conjunto de la escena, rompe con la cuarta pared diegética de las
ventanillas-pantalla para dirigirse a la espectadora de esa película-
tren. En efecto, "hay dos tipos de personas", puesto que el paisaje,
al volverse pasaje, nos coloca en la posición del pasajero. Entonces
solo hay dos opciones: o bien somos viajantes literales o bien es-
pectadores viajados.
El conocido montador y videoensayista Tony Zhou se preguntaba
en una de sus reflexiones audiovisuales acerca del sentido semioló-
gico del travelling lateral. Le inquietaba el hecho de que este mo-
vimiento de cámara encontrase serias dificultades para ser expresi-
vo en términos puramente dramatúrgicos. El travelling lateral sue-
le inducir un vago sentido de la progresión del tiempo, o se emplea
formalmente con una función transitiva a la hora de abrir y cerrar
secuencias. Y aún cuando funciona como un elegante seguimiento
o un trágico abandono de los personajes, su utilización ambigua y
su explotación como mero puntal rítmico, nos lleva a cuestionarnos
la razón de que sea un plano tan "poco íntimo", tan alejado del
punto de vista de los personajes y que podría considerarse, a juicio
de Zhou, el menos "subjetivo de los planos cinematográficos". Sin
embargo, su eficiencia se mantiene, y su impersonalidad no obsta
para que sea uno de los recursos más utilizados. A decir de Lewis
Mumford, las formas mecánicas tienen sus propias exigencias esté-
ticas, imperativos que un corpus humanista y antropocentrista no
podría satisfacer sin entorpecer o desviar el curso de la técnica. "El
tipo de máquina más ineficaz es la imitación mecánica realista de
un hombre o de otro animal" (1994: 24) Así, sólo cuando conse-
guimos aislar los sistemas mecánicos del sistema antrópico de rela-
ciones, y de sus referentes zoológicos naturales, es decir, cuando
damos un paso hacia la comprensión neutral (comprensión obje-
tual) de las máquinas, conseguimos liberarlas de los vicios de la
prosopopeya, que tantas veces ha obstaculizado su evolución. Aho-
ra sabemos que la forma idónea para la turbina era el movimiento
rotatorio, y no el movimiento alternativo de los brazos humanos
(como se pensó en un principio). No era un hecho fácil de eviden-
ciar, en tanto que el movimiento circular "es uno de los movimien-
tos menos observables en la naturaleza" (1994: 26).