Revista LifePlay Nº 1 – Agosto 2013 – ISSN en trámite
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protagonista (el piloto apodado Frankenstein), al universo
construido en el film se le incluirán nuevas situaciones y personajes
como Von Dutch, Rick Clown o Steppenwolf. La serie –que no tuvo
mucha repercusión da buena cuenta por parte de sus autores de
cómo un texto cinematográfico de este tipo puede ser fácilmente
extrapolable a otro como el del cómic. También de cómo su
lenguaje, igualmente explícito e icónico, puede crear objetos
reconocibles y rememorables, capaces de abrir puertas a nuevos
remakes
y adaptaciones o, como ya ocurrió anteriormente (con el
caso de la máquina
arcade
de Exidy), apropiaciones.
Este es el caso de
Carmaggedon
de Stainless Games (1997).
Una plataforma de juego posterior que, siguiendo la estela de la
máquina
arcade
de Exidy, se apropia también del texto original
(las referencias al film
Death Race 2000
, son más que evidentes y
según parece, Stainless Games ya había tratado de obtener sin éxito
la licencia de la película para editar el juego) para darle un giro aún
más extremo a las carreras motorizadas en su versión digital. La
diferencia con la máquina
arcade
que le precede es su total
desinhibición frente al tema de la violencia.
Carmaggedon
se
apropia del lenguaje (cruelmente) ácido del film y del cómic, para
orquestar un considerable aumento de sangre y entrañas, y
haciendo,
incluso,
más
entretenido
puntuar
combos
(combinaciones) de atropellos encadenando muertes, que llegar el
primero a la meta.
Once años después, “la carrera de la muerte” vuelve a
actualizarse con el
remake
del director Paul W. S. Anderson,
Death
Race.
Él mismo se encarga del guión de la película seguramente
con el beneplácito de Corman, quién aparece en los títulos de
crédito como parte de los productores ejecutivos simplificando
incluso la historia del film original: tipos rudos, chicas guapas y
asfalto y sangre sin apenas rastro, esta vez, de los toques místicos o
políticos del iconoclasta film de Bartel y Corman. La variación más
notable es, como en el ejemplo de
Carmaggedon
, una cuestión de
forma: al film se le incorporan elementos y factores directamente
tomados de los videojuegos de coches violentos. Juegos como el
mismo
Carmaggedon,
o
Twisted Metal
(Sony Entertaiment, 1995)
que, desde el lanzamiento del film original, vienen forjando el
género de la carrera violenta. Así, el
remake
de
Death Race
ofrece
una superposición del corpus del film original, con los hallazgos
formales propuestos en los videojuegos citados. Por la película
desfilan armas descomunales, trampas mortíferas y vehículos
estrafalarios que no ocultan parte de su deuda con los juegos en los
que se inspira. En este sentido, es notable el caso de la
incorporación de los
power up’s
en el contexto del film.