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Revista LifePlay Nº 2 – Febrero 2014 – ISSN: 2340-5570
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vistos desde la oscuridad del armario en el que se esconde James.
Las palabras de Bataille –“al igual que la crueldad, el erotismo es
algo meditado. La crueldad y el erotismo se ordenan en el espíritu
poseído por la resolución de ir más allá de los límites de lo
prohibido” (Bataille, 1997: 84)–, nos llevan de nuevo a las ideas de
límite, de lo sublime relacionado con lo siniestro.
Pero, ¿qué es lo siniestro? Para poder comprender en
profundidad este concepto es necesario analizar los estudios
elaborados por Sigmund Freud (1856-1939), que recogió el testigo
de los tratados respecto a lo sublime. Escogió como punto de
partida la definición de Schelling, que reza que lo
unheinmlich
es
aquello que, debiendo permanecer oculto, se ha revelado (Freud,
1891). Lo siniestro está directamente relacionado con lo sublime
romántico y con las teorías de Edmund Burke que son objeto de
nuestro estudio. La reflexión gira por completo en torno a la pasión
más poderosa, el miedo, que genera un placer negativo. Para
Freud, lo siniestro es “aquella suerte de espantoso que afecta las
cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás” (Freud, 1981:
2484); para Eugenio Trías, lo es la “realización absoluta del deseo
(en esencia siempre oculto)” (Trías, 2006: 47).
Dentro de la categoría de lo siniestro tiene cabida la
problemática del doble. El
doppelgänger
es el doble de una
persona, también conocido como “gemelo malvado”, reflejo de la
problemática generada con el descubrimiento del subconsciente,
de la figura polimórfica del yo. Tras los estudios de Freud, el
motivo del doble se convirtió en una figura literaria recurrente, y
autores como Jean-Paul Richter, que la introdujo de manera
pionera en su novela
Siebenkäs
, E. T. A. Hoffman, Robert Louis
Stevenson, Oscar Wilde o incluso Mary Shelley la incluyeron en
sus obras. El mundo de
Silent Hill
no podía ser menos, y en su
intrincado argumento también nos encontramos con la figura del
doble.
Tanto en la primera como en la tercera entrega, el jugador se
encuentra sumergido de lleno en la historia de Alessa, una niña con
poderes paranormales que fue sacrificada por su propia madre
para invocar al dios del culto de Silent Hill. Durante el ritual,
Alessa dividió su alma en dos: una mitad quedó gravemente
herida, condenada a permanecer enclaustrada en el hospital; la
otra parte renació como un bebé, que Harry Mason adoptó. Cheryl
es la parte buena de Alessa, mientras que el cuerpo calcinado que
malvive en el hospital no es más que carne doliente y plagada de
odio. Heather es una reencarnación de ambas, y, a lo largo del