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Revista LifePlay Nº 2 – Febrero 2014 – ISSN: 2340-5570
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que se verá arrastrado a la aventura con el objetivo de salvar a su
novia de las garras de un malvado monstruo final. El usuario
empieza a jugar sin saber lo que le espera tras la primera muerte.
Haga lo que haga, sin embargo, el jugador perderá; incluso si
completa todos los niveles acabará cayendo. La cruda verdad es
que se trata de un videojuego que, tal y como su título reza, sólo
puede ser jugado una vez. En la pantalla de
Game Over
podemos
pulsar infinitas veces la opción “
Continue?
” pero nada sucederá,
nada salvo lo que sucede mientras la vida de ese pequeño mundo
virtual, al que apenas nos hemos asomado, continúa sin nosotros.
El juego utiliza la memoria caché y los archivos temporales de
internet para permanecer “irrejugable” todo el tiempo posible. El
truco se puede burlar fácilmente pero el concepto ya ha sido
logrado y la reflexión está servida.
You Only Live Once
forma parte de un grupo de experimentos
que mediante el mecanismo de la “vida única” pretenden generar
una experiencia de juego distinta. El videojugador, acostumbrado a
la memoria anticipatoria, repite y falla. Como sabemos, cada fallo
letal implica una muerte para el avatar, cada partida cargada o
cada punto de reinicio es una forma de sobrevivir a la muerte del
personaje virtual, cosechando una memoria extradiegética. En un
one-life game
esta posibilidad está vedada. El fin del avatar
coincide con el final del juego. El
Game Over
se pretende real. La
memoria del jugador se sincroniza con la del avatar, del mismo
modo que el juego se vincula con el
hardware
del ordenador,
reconectando mente y cuerpo en una simulación del carácter
individual de la existencia.
Por la parodia de la muerte en los videojuegos, comprendemos,
mejor que nunca, la vida que pesa sobre cualquier partida. Usar
esta muerte irrevocable es una manera de otorgarle contingencia al
propio juego, en tanto que instaura un sentido que antecede al
significado. La muerte ya no es el reverso de un mecanismo
replicador. Vuelve a ser un límite anterior a las funciones del
sistema.
Otros títulos como
One Single Life
de FreshTone Games o
One
Chance Walk
de Awkward Silence Games redundan de distintas
maneras en este mismo concepto. En el primero, donde nuestro
avatar solo tendrá una oportunidad para realizar saltos perfectos
entre edificios, se reformula la idea de la inmortalidad que, en esta
clase de juegos, deja de ser
condición
para instituirse como logro.
Resulta interesante el hecho de que, si se ejecutan todos los saltos