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Revista LifePlay Nº 3 – Septiembre 2014 – ISSN: 2340-5570
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Sócrates y Platón privilegiaban la dialéctica -o métodos de razonamiento acerca
de preguntas sobre conclusiones desconocidas-, sobre la retórica - que crea
discurso en torno a conclusiones conocidas o deseadas-. En Gorgias de Platón,
Sócrates expone la retórica como una forma de adulación que persigue producir
placer, más que la búsqueda de conocimiento o justicia
(Bogost, 2007:17)
Este leve inciso en su discurso nos da pie a plantear la importancia
del diálogo, que en su concepción clásica es una modalidad del
discurso oral y escrito en la que dos o más personas se comunican
entre sí, y que es, en definitiva, un intercambio de ideas por
cualquier tipo de medio. En este sentido vamos a revisar los
planteamientos de estética dialógica, estética relacional y estética
modal que, desde el mundo del arte y la estética, se están
manejando en la actualidad.
4.1 Estética relacional (Nicolas Bourriaud)
Desde el ámbito de la crítica de arte, resulta importante explorar el
concepto de arte relacional propuesto por el crítico y comisario de
arte Nicolas Bourriaud:
El Arte Relacional es el conjunto de prácticas artísticas que toman como punto de
partida teórica y práctica las relaciones humanas y su contexto social, más que un
espacio autónomo y privativo. La Estética Relacional consiste en juzgar las obras
de arte en función de las relaciones humanas que figuran, producen o suscitan.
(Bourriaud et al., 2008: 142)
La definición en sí misma es interesante, pero un análisis de las
obras y los artistas que Bourriaud incluye dentro de esta
categorización de arte relacional siembra ciertas dudas sobre los
matices de esta descripción. En cualquier caso, Bourriaud,
consciente de los ángulos muertos que contiene su propuesta, sale
al paso defendiendo su postura:
La principal queja sobre el arte relacional es que representaría una forma
suavizada de crítica social. Lo que estas críticas olvidan es que el contenido de
estas propuestas artísticas debe ser juzgado formalmente: en relación con la
historia del arte, tomando en cuenta el valor político de las formas, lo que llamo el
criterio de coexistencia, a saber: la transposición en la experiencia de vida de los
espacios construidos o representados por el artista, la proyección de lo simbólico
en lo real. Sería absurdo juzgar el contenido social o político de una obra
relacional desembarazándose pura y simplemente de su valor estético, como
desearían aquellos que sólo ven, en una exposición deTiravanija o de Carsten
Höller, una pantomima falsamente utópica, y como deseaban ayer los defensores
de un arte comprometido, es decir propagandista.
(Bourriaud et al., 2008:102,
103)
Pero diferentes autores no están muy de acuerdo con la validez de
las propuestas de que Bourriaud y ponen en tela de juicio las
teorías de estética relacional de este autor. La historiadora de arte