Revista LifePlay Nº 3 – Septiembre 2014 – ISSN 2340-5570
60
vertebran
Escritos sobre post-arte
. Por un lado se encuentran las
corrientes que mantienen vivo el arte moderno, aurático, mítico y
romántico, fuertemente arraigado en el imaginario colectivo.
Frente a él se dan manifestaciones que recuperan un sentido
incontaminado de la palabra arte, previo a su empleo por parte del
arte moderno. Como señala Ruiz Zamora, ambas posibilidades se
integran en el post-arte, el cual “vendría a señalar todas aquellas
manifestaciones que se están produciendo en este entretiempo en
el que el Arte, en su vertiente más metafísica, ha entrado en un
imparable proceso de descomposición interna y el arte, en tanto
aplicación transversal de cualquier actividad de la cultura, aún no
acaba de nacer” (pág. 13).
En la introducción, tras partir de Hegel y su sentencia del arte
como elemento del pasado en
Lecciones sobre la estética
para
pasar Heidegger con
El origen de la obra de arte
, Ruiz Zamora
llega a uno de los pensadores referentes de los que hace uso: el
hegeliano y posmoderno Danto, de quien apunta, tras un
importante destilado de sus teorías, que su perspectiva se ve
cercenada por quedarse en la historia de los estilos y el
esencialismo histórico. El otro contrapunto de esta introducción,
con “consideraciones tempestivas” en palabras de Ruiz Zamora, es
Kuspit, un nostálgico de la modernidad horrorizado por la
disolución social, cultural e histórica de las artes en el sentido
otorgado por la tradición romántica. Kuspit le sirve al autor para
identificar algunos rasgos del panorama de las artes de nuestro
tiempo, que se encargará de desgranar en páginas posteriores: la
concepción de la creación y recepción de la obra de arte ha sufrido
una sustancial transformación, la dimensión creativa que encierra
el cinismo de la predominante actitud pseudoprovocadora, lo
espectacular se apodera de lo artístico y la contradicción que se
encierra tras la supuesta conceptualización de la actividad artística.
Este texto introductorio no se cierra sin dejar claro algunos
aspectos relativos al post-arte que marcan las páginas que siguen,
entre los que destaca su implicación del fin del arte como actividad
suprema del espíritu, el retorno a la idea de belleza, la desaparición
de valores como la genialidad o la originalidad, la creatividad
convertida en elemento instrumental alejada de su anterior
carácter metafísico y finalmente la ubicuidad social del arte. Frente
al carácter elitista del arte, cuya pérdida algunos críticos y teóricos
como Kuspit, Ortega y Gasset y Adorno dibujan a modo de gran
tragedia, el post-arte cuenta con una dimensión tautológica que
quiebra el principio kantiano de la finalidad sin fin para las artes.
El primer bloque de ensayos se abre con el dedicado a Dalí, elegido
por Ruiz Zamora como primer artista que mira el arte como un